Creación e Inteligencia
Cuando creamos un objeto, cualquiera sea este, usamos diversos elementos que existen a nuestra disposición, si hiciéramos un cacharro de barro usaríamos para su confección, distintas combinaciones de sílice, alúmina y agua, cocida al fuego, sea cual fuere el objeto que creáramos su existencia en el futuro no dependería de la nuestra. Si creásemos un robot, con capacidades extremas, este podría superarnos y eliminarnos de a faz de la tierra, porque su existencia posterior no dependería de nuestra existencia, a no ser que en su código de IA (inteligencia artificial) incluyéramos una condición específica de su supervivencia relativa a nuestra propia existencia. Dios es la palabra que usamos para definir a una energía inteligente que nos creo con el propósito de amar, que es el fin de toda inteligencia. Sin ella es imposible amar, la inteligencia es el motor del amor. El Eterno Dios, es una forma de energía que aún desconocemos. De Él sabemos solo que habita en si mismo, donde todo es oscuridad. Más allá del tiempo, y que nada es, ni puede existir fuera de Él, solo existe Dios en si mismo. Su reino, el reino de Dios, es un estado inmaterial que escapa a la comprensión limitada de nuestra mente. Hoy sabemos que la materia no es más que una forma de energía, y por lo tanto podríamos crear materia a partir de esta. Sólo hay un “pequeño” detalle. Una ínfima cantidad de masa produce una cantidad colosal de energía. Un gramo de materia desintegrada produce 25 millones de kilowatios-hora, lo suficiente para alimentar el consumo eléctrico de nuestro planeta. O sea que para crear materia – si existieran los medios – deberíamos contar con esa descomunal energía por cada gramo producido. Así, para elaborar solo una vaca deberíamos contar con toda la energía eléctrica que ha producido el hombre desde su descubrimiento hasta nuestros días. Dios es energía ilimitada y en potencia, es un estado singular, es una energía inteligente, pensante y creadora, esto fue lo que dio origen a nuestro universo. La inteligencia usa como soporte a nuestro cerebro, pero es a la vez independiente de este. Si nuestro pensamiento usara la energía disponible e inagotable que nos rodea y que no percibimos. aunque sea una mínima porción de ella, podríamos producir fenómenos paranormales increíbles, La inteligencia es la primera y más obvia de las capacidades que tiene la sustancia espiritual e inmortal que poseen los seres humanos para concebir claramente las cosas. Esta inteligencia de la cual hablo, nada tiene que ver con la inteligencia medida por los test, estos solo miden la capacidad que tiene un individuo de resolver un test de inteligencia, pero son incapaces de evaluar la capacidad de amar, de ser feliz, de tener salud o la relación que con Dios – la inteligencia suprema – nos da vida. La verdadera inteligencia consiste primeramente en saber que Dios existe y que él es la inteligencia que nos emanó, de allí en más todo cambia, o se resuelve. El siguiente relato es un ejemplo de ello.
Un hombre anciano de vida muy sufrida y completamente analfabeto “conoció” a Dios –no importa como –, e interpretó correctamente que él “sabía todo”, y por lo tanto sabía que el no sabía leer, sabía que nunca había podido leer nada, solo trataba a veces de interpretar los jeroglíficos que para el eran sus documentos o un almanaque, pero dedujo que él también sabía como enseñarle a leer, o mejor dicho a leer lo único que a el le interesaba y que solo podía escuchar por boca de terceros: Su propia Biblia, de quien nunca se separaba y siempre llevaba consigo.
Pasaron algunos años, y fue que en una conversación muy profunda con él, esa noche se lo pidió, creo que ha llegado el tiempo en que me enseñes… y con una tremenda emoción le dio gracias por lo maravilloso de lo que había nuevamente entendido. Al llegar la madrugada se levantó apresurado y con las primeras luces tomo su Biblia la abrió y ocurrió, simplemente lo entendió y habló diciendo:
“Génesis, uno uno, EN el principio crió Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas.”.
Siguió leyendo sin parar, siquiera apenas para comer, hasta que llego a libro final de Juan donde dice: “si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la santa ciudad, de los cuales se ha escrito en este libro. El que da testimonio de estas cosas dice: “¡Sí, vengo pronto!” ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! La gracia de nuestro Señor Jesús sea con todos.”
El había podido leer la palabra de Dios, sin nunca haber aprendido a leer, sin maestro, y sin escuela ¿que inteligencia es la inteligencia que le poseyó para enseñarle?, ¿Quien pudo hacerlo?
Conocí a este hombre ya anciano recitar como un poeta, con voz profunda, los versos de la Biblia sobre la explanada de una iglesia, y él, en ese momento me dio una clave que recién hoy entiendo “Él… me dijo señalando con su brazo extendido hacia el cielo, Él es la inteligencia, y todo que puedes ver y aquello que no puedes ver, es su inteligencia”.
Fuimos creados como eslabón final de algo incomprensible aún para el ser humano. En la integridad extratemporal (la singularidad) solo existe una inteligencia, una forma de energía totalmente desconocida por nosotros, la cual es la que ha creado este mundo físico y temporal en el que vivimos.
Dios ha creado nuestro universo, y este es parte sustancial de él, y, por lo tanto todo lo que existe, tiempo, masa, energía, dimensiones, y pulsos de energía son parte de Él. Nada escapa de Él, nada de lo creado tiene acceso a Él, nada puede existir fuera de Él.
Dios tuvo una emanación propia de él, algo que nosotros para comprenderlo hemos llamado su hijo, Jesús es el hijo de Dios, no su creación, Él fue necesario para llevar a cabo ese pensamiento de Dios que es infinito. El pensamiento de Dios es tu pensamiento, tus recuerdos, el de tus padres, el de tus abuelos, los de tus hijos, los de tus amigos y los pensamientos y recuerdos de otros cien mil millones de seres que han vivido en la tierra. Su hijo pensó de acuerdo al pensamiento de su padre, pero independientemente. En ese estado no existe lo malo ni lo bueno, los “seres” espiritualizados responden al pensamiento del Padre.
Jesús, su primera y última creación individual es una replica externa a Él, y, a través de la cual todo lo demás fue hecho. El Padre y el Hijo (cuyo nombre encarnado es Jesús), son los creadores de todo lo que existe aquí y en el reino de los cielos, en un momento el pensamiento de Dios que es uno solo con su hijo “creó”, y todo lo hecho fue hecho por Él y para Él, Por primera vez algo externo a ellos fue. Comenzaba el tiempo. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
En el primer instante hace quince mil millones de años – o según lo afirma la ingeniería cosmológíca – solo seis días vistos desde el punto de origen, Dios generó una partícula de su energía y siendo esta, más pequeña que la más pequeña de las semillas que conocemos, se convirtió en lo que es hoy nuestro universo. el pensamiento de Dios y su hijo – se concentró en un punto y fue el tiempo, la expansión, el espacio y la materia, el tan complejo cosmos con sus propias dimensiones, leyes y percepciones, FUE.
Aquella “partícula” fundamental el “Ylem”, tenía escrito todo el código de nuestro universo, lo que era, lo que es y lo que habrá de venir. Este fue el primer paquete de energía codificada, y a partir de ese momento fue común la aparición de estos PEC en nuestro mundo, llegan de la nada a nuestro universo en expansión y se expanden a su vez creando su propio tiempo y espacio. Los efectos físicos que se perciben son como los que ocurrieron hace 3558 años cuando una zarza ardiente se apareció a Moisés o cuando “una estrella” marco la transferencia de Jesús a esta tierra hace 2000 años, ó en la Siberia rusa cuando en 1908 Satanás fue arrojado e la tierra en Tunguska.
A partir del momento de la creación fue necesaria una nueva emanación de Dios Padre, esta vez fue su propio espíritu, capaz de poner en contacto lo material con lo inmaterial, El Espíritu de Dios o Espíritu Santo es la presencia de Dios en nuestro Universo, él fue siempre con Jesús. Son Elohim del Eden, los creadores del hombre.
Su hijo entró en este universo desde el primer instante, y una emanación nueva, contenida, pero omnipotente, única capaz de traspasar permanentemente el limite del espacio tiempo y Dios, nos acompañaría. El Espíritu de Dios, el Santo Espíritu, el paracleto, “aquel que es invocado”, con las mismas características del hijo, pero como emanación inseparable de Dios para este universo, se movía sobre las aguas. “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas.” Si tenemos en cuenta que un haz es un conjunto de rayos luminosos que tienen un mismo origen, asistimos a la descripción más exacta de la creación del universo.
También es bueno saber que la cosmología científica, asegura a través de sus investigaciones que el universo, visto desde su punto de origen, tiene solo seis días…
El secreto
Existen en La Biblia infinidad de Profecías que el hombre vio cumplir paso a paso a través de miles de años. Algunas de ellas resultaron incomprensibles, aun para aquellos que estuvieron viviendo el propio instante de su revelación, al pasar el tiempo miramos hacia ese momento y no podemos explicarnos como la mayoría de los hombres estuvieron tan ciegos a ellas.
Hoy al llegar al final de los tiempos las mismas profecías vuelven a hablarnos y por el mismo misterio por el cual aquellos hombres celosos de la Palabra de Dios no pudieron reconocer a su hijo unigénito.
Hoy tampoco nuestros hombres reconocen las señales descritas minuciosamente por el Amado Juan en su Revelación, ó Apocalipsis, donde nos cuenta sobre la gloriosa venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Para comprender las palabras de Juan en toda su magnitud es necesario desprendernos de todos los prejuicios a los que la ciencia nos tiene acostumbrados. Para el creador del universo las rígidas leyes matemáticas, físicas y químicas, de las cuales depende nuestra existencia, solo son una pizca de su inmensa creación, mayormente impenetrable y desconocida. Dios mismo es un estado singular: en Él no existen, ni el tiempo ni el espacio.
Nuestra mente no puede penetrar en los secretos de Dios -le está vedado- y no puede imaginar un mundo sin tiempo, sin espacio limitante, sin muerte, es como habitar en un sueño, y así era el Jardín del Edén.
En ese lugar ocurrimos, allí conocimos una palabra, que es la que más comúnmente usamos: Felicidad y que paradójicamente no figura ni una sola vez en la Biblia y muy raramente en nuestras vidas.
El hombre fue creado, engañado y desterrado, sujetos a la muerte descendimos a la tierra. Nos espantamos, pero en su inmenso amor Dios envío a su hijo para rescatarnos y por su poder volver al estado puro del que fuimos arrebatados y que así podamos comprender realmente a lo que nos expusimos por desobedecer su mandato.
Cuando Juan es llevado en el Espíritu al Trono celestial, entra en la misma presencia de Dios y allí donde el tiempo no existe como tal, es llevado hasta el final de la existencia terrena, él se convierte en un espectador actual de los hechos y los sucesos que acontecen, cuando es regresado a la isla de Patmos, escribe por mandato expreso de El Primero y El Ultimo, el libro que todos conocemos como EL APOCALIPSIS, allí Juan relata cosas que solo son comprensibles para nuestros días y que durante siglos fueron motivo de misteriosas explicaciones, llegando incluso la Iglesia Católica a prohibir expresamente su lectura fuera del ámbito eclesial. Leer hoy estas revelaciones es como descubrir a cada paso lo que esta sucediendo y saber de antemano lo que va a suceder. Dios no puede mentirnos porque en Él la mentira no persiste, ya que en Él todo es verdad. Él no quiere engañarnos y por ello nos dice que sucederá
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